El descontento

Beatriz Serrano

El descontento

Supongo que sí, que es lo que hacemos todos. Mandar esos holaquétales por WhatsApp en los que intentamos que no se nos note la desesperación, la soledad, la agonía o la tristeza, utilizando muchos signos de exclamación para no dejar ver el desánimo. Esas invitaciones a cervezas y a vinos de última hora, cuando sentimos que el techo de nuestra casa se nos va a caer encima y ansiamos cualquier tipo de contacto humano. Esos «¿Dónde andáis?» por Instagram a ese grupo de amigos que llevas meses sin ver porque el cansancio y la pereza se han apoderado de ti, pero que ahora se despejan porque sabes que lo único que necesitas es una localización y un «Vente» para que una vez allí el rumor de los bares, el chocar de las copas y el cacareo de las conversaciones propias y ajenas tapen el sonido cada vez más estridente de tus pensamientos.