Fundamentos de Psicobiología

Sí, a veces leo libros de la UNED.

Las fibras procedentes de la retina decusan en el quiasma óptico para solventar la inversión de 180º que experimenta la imagen al atravesar el cristalino. Esta decusación del quiasma óptico está destinada a mantener una representación continua en el techo óptico y congruente con la imagen del campo visual, mientras que la decusación de los tractos motores es consecuencia de aquella y representa una adaptación destinada a aumentar la eficacia de las respuestas defensivas o de huida que dan los animales tetrápodos cuando se enfrentan a un peligro detectado visualmente.

Imaginemos, por ejemplo, una rana macho croando a todo pulmón para epatar a las hembras de alrededor y con ello aumentar la probabilidad de que sus alelos estén mejor representados que los del vecino en la siguiente generación. Sin embargo, ese día la mala suerte ha querido que la hembra que aparezca no sea precisamente una rana ridibunda, sino una culebra viperina que por su izquierda está a punto de abalanzarse sobre él para engullirlo. La única escapatoria de nuestro batracio tenor es poner rápidamente cuanta más «tierra o agua de por medio» mejor, y eso sólo lo consigue saltando en dirección contraria a la rastrera amenaza, es decir, hacia la derecha. Para realizar este salto debe impulsarse con su pata izquierda, es decir, la ipsilateral al lugar por el que ha descubierto la amenaza, que a su vez, está situada contralateralmente al hemisferio (derecho) que recibe directamente la información visual que le ha puesto sobre aviso. Cuantitativamente hablando, la demora puede no parecer muy grande, pero cualitativamente es definitiva: seguir croando al viento para encontrar compañera o servir de combustible a los músculos de la viperina una vez tragada y digerida.

Los batracios que implementaban en su SNC la segunda opción, que seguro los hubo, no pasaron probablemente ni un alelo a la siguiente generación, y seguro que a los oídos de algunas hembras sonaban como Plácido Domingo lo hace a los que amamos la ópera, pero para cuando llegaban a observar al autor de esos «croares», sólo encontraban una serpiente con la mandíbula desencajada y no precisamente de admiración. La selección natural, por tanto, ha primado la primera opción, que consiste en situar en el mismo hemisferio a la región receptora de la información y a la que genera la respuesta que es canalizada por unos axones que necesariamente tienen que decusarse para que los músculos contralaterales hagan patente la respuesta.

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