Una de las maneras más comunes de no respetar a una persona es correr en su ayuda cuando se siente “mal” o incómoda. Ser “servicial” con actitudes protectoras, bromas, etc., impide a la persona vivenciar plenamente su tristeza, cólera, soledad, etc. Y sólo experimentándolas plenamente puede aceptarlas, asimilarlas en la experiencia total de su vida y desarrollarse como un ser humano más completo e integrado. Casi siempre el “ayudador” se ayuda realmente a él mismo ayudando a otros. Apresurándose con sus primeros auxilios, detiene la expresión de sentimientos que son dolorosos para él. Además se convence y convence a los otros de que es capaz de ayudar a otros y no necesita la ayuda de nadie. Casi todo “ayudador” tiene fuertes sentimientos de desamparo que se atenúan temporalmente cuando ayuda a alguien.
El modo de ayudar verdaderamente a alguien no es ayudándolo a hacer algo, sino ayudarlo a darse más cuenta de su propia experiencia –sus sentimientos, acciones, fantasías– e insistiendo en que explore su propia experiencia más profundamente y se haga responsable de ella, sea cual fuere. Con frecuencia esto significa señalar cómo la persona elude su experiencia y frustrar este eludir. Si una persona está triste, debe explorar la tristeza y vivenciarla más profundamente antes de que pueda asimilarla y desarrollarla. Si una persona está enojada, debe sentir y expresar realmente su enojo antes de poder admitirlo en su vida. La única salida es a través de.