Es difícil vivir con hombres, porque callar es muy difícil.
Y con quien más inicuos somos no es con aquel que nos repugna, sino con quien nada en absoluto nos importa.
Si tú tienes, sin embargo, un amigo que sufre, sé para su sufrimiento un lugar de descanso, mas, por así decirlo, un lecho duro, un lecho de campaña: así es como más útil le serás.
Y si un amigo te hace mal, di: «Te perdono lo que me has hecho a mí; pero el que te hayas hecho eso a ti — ¡cómo podría yo perdonarlo!»