Estás empezando a darte cuenta, ¿no es cierto, Peter? Te lo diré más claro. Nunca quisiste que yo fuera real. Nunca has querido que nadie lo sea, pero quisiste que demostrara serlo. Quisiste un acto fingido que te ayudase a representar tu función… un acto bello, complicado, retorcido, lleno de adornos y palabras. Todo palabras. (…) Querías un espejo. La gente no quiere más que espejos a su alrededor para que la refleje, mientras el reflejo también se repite. Ya sabes, como el infinito sin sentido que se obtiene cuando se enfrentan dos espejos en un pasillo estrecho. Generalmente en los hoteles más vulgares. Reflejos de reflejos y ecos de ecos. Sin principio ni fin. Sin centro ni propósito. Te di lo que querías. Me convertí en lo que tú eres, en lo que son tus amigos, en lo que se empeña en ser la mayor parte de la humanidad, sólo que sin disfraz. No he ido en busca de grandilocuentes comentarios bibliográficos para ocultar mi falta de juicio crítico; dije simplemente que no tenía juicio crítico. No tomé prestados diseños para ocultar mí impotencia creadora; no creé nada. No dije que la igualdad es una concepción noble y la unidad una aspiración primaria del género humano; simplemente estuve de acuerdo con todo el mundo. ¿Lo llamas muerte, Peter? Esa clase de muerte me la impuse para ti y para todos los que nos rodean. Pero tú, tú no has hecho eso. La gente se siente cómoda contigo, te quieren, disfrutan de tu presencia. Les has ahorrado esa muerte vacía, porque te la impusiste a ti mismo.